martes, 10 de noviembre de 2015

El estilo



"En una sociedad invadida por el consumismo no quiero hacer cine de consumo", Pier Paolo Pasolini

Cuando intenté contactar a Bud Spencer para mi entrevista con El País, desde el diario también me pidieron que hiciera lo propio con Terence Hill, a través de su representante. Éste me respondió hace pocos días con una carta formal que terminaba así: Voglia gradire i migliori saluti da parte del Sig. Hill. Algo así como un "disfrute de los mejores saludos de parte del señor Hill". Esa frase ponía un lazo rojo a una respuesta negativa. Podría haber sido un no rotundo, una no respuesta, pero prefirieron un no maquillado hasta tal punto que incluso parecía un sí. Es más, hay días en los que lo leo nuevamente porque no sé qué tipo de respuesta me han dado.
Ahí, y sólo ahí, se explica gran parte de Italia, de Roma, de esta parte del mundo bella y miserable, canalla, cínica, hipócrita, mentirosa y esquiva. Aquí está perdonado que seas un cabrón redomado, pero no que lo parezcas, que lo demuestres. Por eso, es conveniente ver a criminales colaborando en ONGs, a la iglesia implorar por la familia mientras que gente como Tarcisio Bertone (ex secretario de Estado para el Vaticano) reforma su inmenso ático con fondos en teoría destinados a un hospital pediátrico (Bambino Gesú).
En un lugar donde lo importante no es el contenido sino cómo lo cuentas, no hay lugar apenas para gente honesta, valiente. Son tildados de polémicos, y suponen una amenaza para el bienestar. Un bienestar donde nada es lo que parece, pero es necesario que siga así por la incapacidad y el temor a vivir de otra manera.
En televisión (RAI), cuando fuimos una vez a publicidad, un periodista me dijo que tuviera cuidado con lo que decía en antena sobre Totti y los tifosi (dije que quien no denuncia sabiendo el pecado es cómplice), porque a él una vez le dieron un escarmiento pinchándole las ruedas del coche.
Yo no he llegado a nada de eso, y espero que nunca sea así, porque mi rijo por los principios de informar, opinar (mejor o peor) y, sobre todo, ser honesto conmigo mismo. Pero, como dijo Leonardo Sciascia, "Italia es un país sin verdad". Por eso, los que intentamos buscarla estamos condenados al fracaso y, peor aún, pecamos de tribuneros y mentirosos.  Y uno ya no sabe quién es y, como en la respuesta de Hill, qué quiere decir. Cosas del estilo y la belleza exuberante.