lunes, 17 de junio de 2013

Sexo oral



"Me convertí en actor de cine, y el cine es algo para personas desequilibradas, no para gente seria"  (Paul Newman)

Vaya por delante que los periodistas somos, en ocasiones, previsibles. También que este artículo no tiene nada que ver con el sexo, afortunadamente para todos. O no, según se mire. Quise atraer a gente mediante la ‘carnaza’ para comprobar, una vez más, que en ocasiones se dispara erróneamente al pianista, y si es desgraciadamente cierto que la gente demanda ‘mierda’ vestida de noticia en los diferentes medios de comunicación. Pido perdón a quién se pueda ofender, pero es necesario vomitar esto para que el gremio de la pluma se libere de vez en cuando. Sí, ese gremio triste y pobre que a veces es agradecido por trabajar gratis a sabiendas de hacer daño a la profesión. Ahora, intuyendo que lo que te cuento va sobre Roma, tú decides si seguir o parar; yo ya he conseguido averiguar si el número de visitas ha ascendido notablemente demandando guarnición en lugar de solomillo, algo que ha perdido peso en todas las facetas de la vida. 

Si has dejado de leer, no sabrás que para conocer Roma es mejor alejarte de ella. Salir rumbo hacia la Via Apia -la auténtica calzada romana -donde se encuentran las principales catacumbas. Son enterramientos creados en la Roma Imperial (pagana en su mayoría), que acogían a los cristianos de aquella época, repudiados de puertas a dentro de la ciudad. De todas las que se visitan, destaco San Sebastián y San Calixto, lugar donde puedes ver el mítico lema ¿Quo Vadis? (¿Adónde vas?), frase vinculada a la tradición cristiana de San Pedro, un santo que huyó de Roma cuando comenzó la persecución de Nerón contra los cristianos. Por el camino, en un páramo agreste de algún lugar de la Via, encontró a Jesús que caminaba apesadumbrado con la cruz. “¿Quo Vadis Domine (señor)?”, preguntó Pedro, a lo que Jesús le respondió que proseguía su camino para ser crucificado. Entonces, la vergüenza se apoderó de Pedro, cobarde condescendiente con un ligero atisbo de arrepentimiento. Volvió atrás, a Roma, y fue martirizado en el lugar donde hoy se encuentra la Basílica que miles de peregrinos visitan cada día. Se levantó en honor a él y pasó a ser un héroe. Nunca se sabrá si lo hizo de corazón o por aparentar, las dos maneras de actuar que tenemos los humanos. Esta historia, al conocerla, sólo se me ocurrió rematarla con uno de mis homenajes: jamón, salami picante, berenjena asada, tortilla de espárragos y olivas verdes de entrantes; pasta con salsa de jabalí de primero y caracoles de segundo. También fuera de la capital, donde los proscritos descansaban, donde se vislumbra desde todos los niveles la vida, donde sólo se encuentra ese tipo de carne. Quizá también me esté volviendo un cobarde con inquietudes indecentes. Quizá no tenga razón, quiza.

sábado, 1 de junio de 2013

Naturaleza ingobernable





 ¿Quién es más culpable: el tentador o el tentado? (William Shakespeare)

Cuatro son las mafias más destacadas de Italia: Camorra (Campaña), Cosa Nostra (Sicilia), Ndrangheta (Calabria) y Sacra Corona Unita (Puglia). Todas afincadas en el sur, aunque ramificadas por todo el país, y el mundo entero.
La mafia, para entendernos, es la extorsión mediante el crimen organizado, el uso exhaustivo de los códigos de honor, el blanqueo de dinero, el enriquecimiento mediante la prostitución, la droga y la basura. Controlan el país, sí, pero se resignan a dominar la capital… Definitivamente ingobernable. Lo dijo uno de los capos de la Banda della Magliana, una organización criminal autóctona de Roma que operó durante los años setenta y ochenta en connivencia con jefes de estado, jueces, Vaticano, Brigadas Rojas (grupo terrorista) y mafias.
Comenzaron como esbirros del poder, para terminar ejemplarizándolo. También ayudaron los testigos que apostaron por la omertà (ley del silencio), a gente corrupta que buscó individualmente sobrevivir. Quizá esta mentalidad enfermiza provenga de unos orígenes negros de una nación que, como tal, existe desde hace poco más de 150 años. Un lugar sin identidad, mentalidad de equipo y sin deseo ferviente de trabajar desde la base con buenos cimientos. Ya comenzó mal, y ahora es perezoso para comenzar de cero. Tiene demasiado miedo a la felicidad, por eso prefiere vivir como está, acomodado a buscarse la vida obviando los medios, como Maquiavelo.
Esta banda encontró un terreno perfectamente preparado para su éxito, pero fue devorada por sí misma, con gloria y miseria. Roma, que no quiere tener dueños, hizo el resto. Hoy en día esta parte del mundo alberga a personajes de todo tipo, pero ninguno osa controlarla. Corre el riesgo de muerte, de ver la autodestrucción como única vía de salida. Hoy ese grupo de pistoleros es historia, como también lo es el séptimo y último rey de la historia romana. Sellamó Tarquinio ‘el Soberbio’, nació en el año 535 antes de Cristo. Desde entonces, jamás hubo un sucesor. Todos han sucumbido en el intento.