lunes, 23 de marzo de 2015
Bella Figura
"Les conozco, sé quiénes son, sus nombres, pero no tengo pruebas para demostrarlo", (Pier Paolo Pasolini)
En Italia, Fare bella figura significa quedar bien. Es trascendental comprender la naturaleza de este mensaje lacónico en todas sus esferas para poder sobrevivir. De lo contrario, sentirás permanentemente mis síntomas: rabia, impotencia, furia y deseos preocupantes de cargar un fusil.
Para no generalizar, me quiero centrar en Roma, en mi experiencia durante tres años, donde he adquirido una perspectiva bien distinta a la de mi época de erasmus, excesivamente reduccionista, banal y superficial.
Aquí lo importante es vestir bien, ser educado y promulgar el culto a la estética, más verbal que física, incluso. Eso se traduce, por ejemplo y en pocas palabras, en llamar hijo de puta utilizando un lenguaje tan fino y sutil que uno casi ni se da cuenta que está siendo insultado. Un ejemplo que se puede extrapolar a cualquier ámbito de la vida diaria, como la basura, donde hay cinco tipos de contenedores para que luego la gente sólo la introduzca en uno y, lo que es peor, los barrenderos la recojan tirando más fuera que dentro. O que hay cientos de policías en Termini -en teoría algo bueno, práctico y necesario- para hacer amistades, ser esbirros y trabajar en connivencia con los carteristas, traficantes y mafia china. Pero ahí están, inmaculados, haciendo como si protegen.
Luego están los masones, envueltos en túnicas con capucha y enjaulados en los espacios laberínticos de las iglesias para charlar, comer y confraternizar sus miserias y represiones. Según Sciacia, en su excelso Todo Modo, también meditar... Previo paso de asesinar, vender a sus madres si es que las conocen. Ojo, ahí hay individuos del mundo político, deportivo, gente del mundo del espectáculo y diversos órganos de poder. ¡Qué bello es vivir!, pensarán cuando salen de sus casas para hacer el bien de modo altruista.
Lo paradójico de este mundo artificial, bello, cautivador, mentiroso y dañino para la salud es que, todos los romanos (desde los masones hasta el último individuo del lugar) se asustan ante alguien que vaya de cara, le ven como el enemigo, el rebelde, el que hace brutta figura (quedar mal), y eso aquí es un sacrilegio. "Mátame, insúltame, róbame, lava dinero a la mafia, sé un pedófilo, pero intenta hacerlo con buenas palabras, revístelo de miel, de nube con azúcar". De lo contrario, y esto lo añado yo, cometerás el mayor de los pecados en este lugar contradictorio: ser una persona honesta, clara y visceral. Porque la visceralidad, si no se tiñe de belleza, ofende a dios. O a la iglesia. También a todo este mundo de cobardes que comulgan con Armani y el uso verbal de la palabra gentilissimo y derivados.
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