viernes, 3 de junio de 2016
El amor
"No hay excepciones a la regla que dice que todos creen ser una excepción a la regla", (Banksy)
El joven Paris, un tipo sensible, comunicativo, honesto y visceral, pensaba -antes de llegar a Roma- que en la vida había dos tipos de personas: sinvergüenzas o maravillosas. Digo antes de llegar a la capital italiana, porque fue allí cuando comprobó que ambos adjetivos podían vivir en una misma, algo que provocó en él un malestar que le costó años superar.
- ¿Cómo es el romano? -le preguntó Camilla, que no quería verle sufrir.
- El romano es estupendo, simpático e inoperante. El dueño de mi casa; Stefano; que anticipa los pagos de todas las facturas antes de que yo se lo abone, acaba de pagar casi 300 euros por un impuesto que se ha inventado ACEA (energía) para poder dar trabajo a nuevos funcionarios contratados y así dotar de más arabescos a la burocracia. Ha llegado con dos años de retraso el recibo debido a un problema técnico finalmente resuelto. A Stefano le he visto esta mañana avergonzado, cabizbajo, resignado ante la avalancha de impuestos que tienen al país de rodillas. Llevaba un helado de avellanas y pistacho en una mano; en la otra un libro de aventuras.
- Es normal que quiera escapar de aquí. La atmósfera es asfixiante, -intercedió de nuevo Camilla.
- Camilla, esta gente no quiere escapar. En círculos internos y exclusivos, mientras se toman un limoncello con limones de Capri o un mirto con frutos extraídos en el corazón de Cerdeña, son capaces de reconocer abiertamente -como engreídos que son-, la suerte que tienen por ser únicos incluso en este caos mafioso, que reconozco tiene un halo de luz invisible que lo puede llegar a convertir en maravilloso y atractivo, quizás por la miseria que también reviste al hombre. Esta gente, en estos círculos, podrían estar apelando al pasado y a la autenticidad a la vez que, via whatsapp, te mandan un mensaje a ti para que tú me lo rebotes a mí, ya que yo no tengo. Se ahorran los diez céntimos del mensaje directo, no afrontan la realidad... Y continúan con el chupito mientras esperan el tiramisú que otro amigo, el anfitrión de turno, está a punto de sacar.
- ¿Es comprado o hecho con huevos de granja y café tostado en casa? Lo digo porque, de lo contrario, no lo tomo. Me haría daño al estómago. Y no soy de tomar pastillas para nada, sino que mi estrés lo curo con retiros espirituales. - Podría decir cualquiera de ellos en cualquier ángulo de un hogar situado en cualquier parte de cualquier barrio de la ciudad.
- ¿Y eso te gusta?,- preguntó Camilla.
- Sí, para poder criticarlo. Eso sí, no veo amor, ni poesía, por ninguna parte. O todo lo contrario.
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