sábado, 2 de febrero de 2013

Amor imposible


Tenía pensado que este artículo hablara del placer culinario que supone la cocina italiana -mucho más allá de la pasta y la pizza-, pero la destitución de Zeman pide su merecido protagonismo.
Puedo presumir de haber presenciado en el estadio el primer y último partido oficial del técnico checo este curso. Algo parecido me pasó con Guardiola, aunque a otra escala. Y es que vi el primer y último título de su maravilloso legado. Dos Copas del Rey, ambas ante el Athletic, para abrir y cerrar un mordisco de historia que se antoja inmortal e irrepetible.
Con Zdeněk Zeman (Praga, 1947), el cuento tuvo un final sin hadas. No ganó ninguno de esos dos partidos que menciono, y el segundo dirigió a una Roma espantosa. Un equipo descosido sin rumbo, amor ni alma. La chispa, definitivamente, se apagó. Es algo que estaba condenado a pasar, de lo contrario la relación sería contraproducente. Se querían, se amaban incluso, pero las diferencias y la personalidad de ambos (equipo y entrenador) eran tan grandes que se antojaban insalvables. La decisión es buena, pero ahora les costará comenzar un camino por separado. Más a la Roma que al mister bohemio, defensor a ultranza del fútbol total, concebido como un deporte en movimiento alejado de las farmacias, algo que le costó varios juicios contra la Juventus a finales de los noventa. Eso forzó su primera salida de la Roma.
Amante del 1-4-3-3, de unas técnicas de preparación marcadas por el esfuerzo y la diligencia, Zeman puede acabar su carrera deportiva sin un solo título, pero con un rostro pétreo e impertérrito que le delata: los éxitos no sólo se conciben a gran escala. Subió al Foggia a Primera División en 1993 (primer milagro) e hizo lo propio con el Pescara el año pasado marcando, además, 89 goles a favor (la Juve campeona de Italia no llegó a 70) y dando la vez a dos prodigios del fútbol italiano como son Verratti, cerebro del actual PSG, e Insigne, acompañante de Cavani en el ataque del Nápoles. Nadie recuerda ya eso, como nadie recordará que Marquinhos -actual central 'giallorosso', seguido por Barça y Madrid- fue descubierto por Zeman. La gente quiere títulos, y es normal. Pero apuesto a que el nuevo entrenador de la Roma no mejorará en demasía la situación. Volverán al once Stekelenburg y De Rossi, pero ni el primero será Yashin ni el segundo el heredero de Totti. Son buenos futbolistas, pero han mostrado un nivel escaso en los últimos tiempos con la 'loba'. 
Ahora se abre una nueva etapa, quizás ilusionante para una afición desencantada. Los inicios, como en casi todo, irán sobre ruedas. Luego vendrá la cruda realidad. Concretamente la de un equipo pequeño que quiere comportarse como entidad grande. O al revés. Totti sigue siendo su mejor futbolista. Algo falla cuando esa sentencia se sigue cumpliendo con los años... Ya lo dijo Luis Enrique, el antecesor de Zeman, un técnico soñador cuyo relato futbolístico, a veces, no congenió con los finales felices. Por eso nunca sonríe; por eso deja tanta huella.

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