domingo, 17 de marzo de 2013
Dos
"La mente es como un paracaídas. Funciona sólo cuando se abre" (Albert Einstein)
He querido esperar al primer Ángelus de Francesco I para ahondar un poco más en la hipocresía del mundo, de Europa, de Italia, de Roma, del Vaticano. Porque todo está unido mediante un cordón umbilical sostenido por Papas, jefes de estado, masones, mafia y cardenales.
Del señor Bergoglio no sé mucho más de lo que habéis podido leer u oír. Una vida, como la de todos, con nubes, claros y más nubes: humilde, aficionado a San Lorenzo, sospechoso de haber apoyado la dictadura militar argentina en los años 70... En fin, probablemente será un pecador con claroscuros, como todo ser humano. Con sus vicios y tentaciones. Porque ya pasó el tiempo de Mandela y Gandhi.
El nuevo soberano de la Ciudad del Vaticano convivirá, por primera vez en la historia, con un Papa emérito. Esas murallas también acogerán a Ratzinger, que ha escogido un convento de clausura (de monjas Clarisas, pero sin monjas) como residencia eterna. Está en medio de los jardines Vaticanos, junto a San Pedro. Un espacio bucólico e ideal para el rezo, la oración, probablemente el lugar más cercano a dios. Bergoglio tendrá ahora "la ayuda del rezo escondido de Benedicto XVI", reza la portada del L'Osservatore Romano, edición del 13 de marzo a las 20.30 horas. Todo perfecto si no fuera porque el motivo por el que el antiguo Sumo Pontífice germano ha escogido residir en el país más pequeño y rico del mundo es para gozar de seguridad y obtener inmunidad ante la que se avecina a una Iglesia que, según Claudio Rendina (historiador y periodista especializado en la Curia), podría tener fin en 2026. Y es que más de un juez americano está ya preparado para dar caza a este señor, en cuanto salga a territorio italiano. La acusación, como jefe supremo de la Iglesia católica, es la de ser último responsable que ha encubierto centenares de casos de pedofilia. Estas historias aberrantes de curas residen actualmente, según el semanario Sette (Corriere della Sera), en dossieres que inundan los despachos de tribunales de Los Ángeles.
Habrá todavía gente que siga obnubilada de lo bonito que es el sol y la luna, cuando sus reflejos descansan en el centro de la columnata trazada por Bernini. Allí, gran cantidad de peregrinos llegados de todos los confines aplauden a su nuevo amor. También a su antecesor, que opta por seguir siendo, fieles dixit, 'Uno de los nuestros'.
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