jueves, 28 de marzo de 2013

Sueños de primavera




 “Desgraciado aquel que no cree en nada” (Víctor Hugo)

No es fácil vivir en un país extranjero, aunque en éste te sientas ya como en casa. Existen miedos e inseguridades. También ese sentimiento de culpa en cuanto te señalan con el dedo, una sensación propia de la naturaleza de los hombres. A eso se añaden los peligros e incompetencias objetivas, tan bien reflejadas por Kafka en El Proceso.
Lo típico es decir, en cada sitio, lo mal que está la burocracia. Pues bien, fue en Italia donde se inventó ese tópico. Mucho más pesado, más insoportable que las largas noches que esperaban los pretendientes ante el lecho de Penélope, que esperaba a Homero destejiendo el sudario que tejía por el día. Así cumplía su promesa; así mantenía su castidad.
Sufrimos una crisis económica, pero también de conciencia. Quizás por eso os recomiendo, más que nunca, que pongáis los cinco sentidos en lo que tenéis alrededor, actuar y no gastar energías en la crítica y la flagelación, vicios del individuo moderno. Yo no lo consigo, pero lo intento a pesar de que no vea más que impedimentos para hechos tan normales como ir a nadar a una piscina. Es necesario explicarlo para que cada cual extrapole esta forma de vida a cada uno de los ámbitos: político, social, religioso… Porque lo bueno y lo malo de las cosas se detectan en pequeños detalles.
En Roma, para ir a una piscina climatizada tienes que presentar un certificado médico (análisis de sangre y orina y electrocardiograma). Pruebas que cuestan 80 euros por la seguridad social, que a su vez te exige tener contrato de trabajo para poseer un médico de cabecera, quien te las manda. El maravilloso copago que brilla por su presencia en un país con más de cuatro millones de indigentes que está asfixiado por las tasas. Se ha movido tanto dinero negro aquí (también hoy), que en cualquier establecimiento –incluso una tienda de golosinas- te obligan a coger el ticket de compra por si fuera te encuentras con un policía para revisarlo. Sólo con su aquiescencia, podrás seguir tu curso. Pero aquí nadie habla, por miedo y porque saben que todo se destapará el día que muera Giulio Andreotti, senador vitalicio elegido varias veces capo del estado italiano, líder histórico del Partido Democristiano, uno de los presuntos responsables en el asesinato de Aldo Moro y vinculado eternamente con la mafia. Pero esto es otra historia. La de una caja negra que se abrirá cuando ‘Il divo’ deje de ser inmortal. Vuelva usted mañana.

jueves, 21 de marzo de 2013

Una tragicomedia





“Cuando estés en Roma, compórtate como los romanos” (San Agustín)

La ‘comedia all’italiana’ es un género cinematográfico que encontró cobijo en el país de la bota a mediado de los cincuenta. Lo sostuvieron Vittorio Gassman, Marcello Mastroiani, Nino Manfredi, Sofía Loren, Totó, Claudia Cardinale y, sobre todo, Alberto Sordi. Ahora se cumple el décimo aniversario de la muerte del gran ‘Albertone’ (1920-2003), y Roma, su ciudad, se ha vestido de purpurina para conmemorar semejante cita con sinfín de actividades, el bautizo de una calle con su nombre y un museo que alberga los vestuarios de sus principales películas. Por cierto, es gratuito… E impagable.
Hay una frase que me sorprendió hace más de seis meses, justo el primer día de mi actual trabajo. “Todos los romanos somos Alberto Sordi y él es todos nosotros”, dijo un compañero. Aún no la vivo como ellos, pero comienzo a comprenderla tras ver algunas de sus maravillosas películas (Un americano a Roma, Il Vigile, Un giorno in pretura o Il Marchese del Grillo) y, sobre todo, a comprobar que actuaba como lo hacen ellos en la actualidad, 24 horas al día. Artistas a tiempo completo.
En su cautivadora figura acoge un sinfín de personajes: arrogante, divertido, altanero, aprensivo, ilusionado o mentiroso. Una promiscuidad, un crisol de valores que componen la compleja mente de los romanos en toda y cada una de las esferas. Gente distraída con la banalidad y cómplice de los pecados. Esas películas denuncian al policía que accede al soborno y abusa del poder, a la incompetencia de los juzgados que miden con doble rasero, al orden caótico, al apego hacia el valor atávico de leyes paleolíticas. Todo ello bajo la sonrisa de un Sordi capaz de decir: “Yo soy yo, y vosotros no sois una mierda”. Y es verdad, ya que así se ven los romanos. Orgullosos de no pasar desapercibidos para el mundo, aunque sea por enseñar sus miserias. Si hasta tienen clase para referirse a todos aquellos que son vagos, que también los hay: ‘dolce far niente’. Una refinada holgazanería. La duda que tengo, ahora, es si reír o llorar.

domingo, 17 de marzo de 2013

Dos


 "La mente es como un paracaídas. Funciona sólo cuando se abre" (Albert Einstein)

He querido esperar al primer Ángelus de Francesco I para ahondar un poco más en la hipocresía del mundo, de Europa, de Italia, de Roma, del Vaticano. Porque todo está unido mediante un cordón umbilical sostenido por Papas, jefes de estado, masones, mafia y cardenales.
Del señor Bergoglio no sé mucho más de lo que habéis podido leer u oír. Una vida, como la de todos, con nubes, claros y más nubes: humilde, aficionado a San Lorenzo, sospechoso de haber apoyado la dictadura militar argentina en los años 70... En fin, probablemente será un pecador con claroscuros, como todo ser humano. Con sus vicios y tentaciones. Porque ya pasó el tiempo de Mandela y Gandhi.
El nuevo soberano de la Ciudad del Vaticano convivirá, por primera vez en la historia, con un Papa emérito. Esas murallas también acogerán a Ratzinger, que ha escogido un convento de clausura (de monjas Clarisas, pero sin monjas) como residencia eterna. Está en medio de los jardines Vaticanos, junto a San Pedro. Un espacio bucólico e ideal para el rezo, la oración, probablemente el lugar más cercano a dios. Bergoglio tendrá ahora "la ayuda del rezo escondido de Benedicto XVI", reza la portada del L'Osservatore Romano, edición del 13 de marzo a las 20.30 horas. Todo perfecto si no fuera porque el motivo por el que el antiguo Sumo Pontífice germano ha escogido residir en el país más pequeño y rico del mundo es para gozar de seguridad y obtener inmunidad ante la que se avecina a una Iglesia que, según Claudio Rendina (historiador y periodista especializado en la Curia), podría tener fin en 2026. Y es que más de un juez americano está ya preparado para dar caza a este señor, en cuanto salga a territorio italiano. La acusación, como jefe supremo de la Iglesia católica, es la de ser último responsable que ha encubierto centenares de casos de pedofilia. Estas historias aberrantes de curas residen actualmente, según el semanario Sette (Corriere della Sera), en dossieres que inundan los despachos de tribunales de Los Ángeles.
Habrá todavía gente que siga obnubilada de lo bonito que es el sol y la luna, cuando sus reflejos descansan en el centro de la columnata trazada por Bernini. Allí, gran cantidad de peregrinos llegados de todos los confines aplauden a su nuevo amor. También a su antecesor, que opta por seguir siendo, fieles dixit, 'Uno de los nuestros'.

domingo, 10 de marzo de 2013

Emociones internas

  

"Un solo día bien vivido es preferible a una eternidad de errores" (Cicerón)

Mi última visita al 'Colosseo' fue para ver un concierto multiétnico que ponía el broche de oro a la exposición Roma Caput Mundi. Allí conocí a un español que completa su excedencia de dos años en un monasterio benedictino de la ciudad. Él, en realidad, es un monje de clausura que vive, desde hace casi tres lustros, encerrado entre muros cistercienses en una localidad de Palencia. Sin internet, prensa, radio, teléfono, vacaciones... Sin nada que no sea la oración, el estudio, el cultivo del huerto o el cuidado de vacas. Una vida ascética al servicio de una creencia. "Hace años recibí una llamada, una señal que no sé de dónde venía, pero me indicaba que esa vida la quería para mí". Fue su respuesta a mi pregunta, obvia, sobre ese camino.
Para comprenderle, sólo tuve que extrapolar esas señales a otras cosas, quizás más mundanas (o no), que han llamado a mi puerta. O bien, hacer caso a mi cubo de Rubik o mi puzzle para afrontar las ideas desde todos los ámbitos posibles y, sobre todo, teniendo en cuenta que los hilos que mueven el mundo están directamente relacionados.
Hace años que tengo sensaciones fisiológicas cuando me hablan de Roma. Una mezcla de cosquilleo, ilusión, nerviosismo e inquietud. En cada recorte de periódico (iluminado por la llama del cerebro), en cada comentario, en cada mención de la ciudad visto u oído. Desconozco los motivos, pero sí sé que me nublo hasta tal punto que me impide ser objetivo y todo lo crítico que quisiera. Veo la realidad cada día, pero la interpreto porque me siento contagiado. Así sólo obtengo información sesgada, mutilada. Eso me resta credibilidad y me convierte en sospechoso de mí mismo.
Indago en un país -de momento sin primer ministro- capaz de dar a luz a seres tan contrapuestos como Donatello o Berlusconi, en una ciudad que carece de Papa durante días, que vive inmersa en una 'omertá' (ley del silencio) que la maniata y manipula. Observo la devoción hacia el demagogo Grillo, un ventajista que reina en el caos abusando de las nuevas tecnologías y la incredulidad de la gente. Veo, indago y pregunto. Y mientras menos comprendo más me gusta todo.
Italia en general, y Roma en particular, son así, pero ellos están encantados de llamar la atención haciendo uso de lo que siempre han hecho y les mantiene con vida: la sinrazón. Porque, en el fondo, ¿quién no piensa que pensar demasiado es nocivo? ¿quién no cree que el 90% de los problemas son producto de nuestras incorrectas interpretaciones? ¿a quién no le gustaría alejarse de la realidad para poder verla más cercana?